El cómic plantea una narrativa compleja que alterna pasado y presente desde un punto medio. El reto fue crear una identidad visual que acompañara esa estructura emocional sin recurrir a elementos literales. Además, debía ser funcional en blanco y negro para adaptarse a la evolución gráfica del proyecto.
Desde el inicio conecté con la sensibilidad de la autora y la esencia de su historia. A partir de esa conexión, diseñé un logotipo con personalidad propia, capaz de reflejar el tono emocional y la simbología narrativa del cómic. Cuidé especialmente las formas y la composición, pensando en una identidad que pudiera evolucionar junto al proyecto. Asimismo, desarrollé un monograma complementario (WaD) para su uso en redes, piezas promocionales o ediciones especiales.
Revisión del concepto central del cómic, análisis de tono, símbolos y emociones que debían estar presentes de forma sutil en la identidad.
Se realizaron distintas versiones y ajustes estilísticos, trabajando de forma cercana con la autora para elegir la más representativa.
Una vez desarrollado el logotipo, se creo una versión abreviada (WaD), pensada para redes sociales y piezas auxiliares, manteniendo la esencia del diseño principal.
Se realizó la entrega del logotipo y monograma en formato blanco y negro, listos para su uso editorial y digital. Además, se hicieron pruebas de visualización para anticipar cómo funcionaría la identidad en diferentes contextos visuales.